domingo, 14 de febrero de 2010

martes, 29 de diciembre de 2009

Recordando a Judith Reyes. Canto por las Revoluciones


Alberto Hijar

No es que por sí solo, el nombre Judith Reyes convoque trabajadores de la cultura popular variados, hasta el punto de abarrotar el Foro Coyoacanense el 19 de marzo. Más bien es el resultado del trabajo colectivo de Kloacas Komunicantes, la organización de nombre grotesco a la altura de su principal promotor, Francisco Barrios El Mastuerzo, formado en Los Nakos de 1968 y luego en Botellita de jerez. Desde hace unos ocho años, ha sido el organizador del proyecto La Otra Canción Popular que ha dado como fruto dos discos, uno con canciones cantadas en plantones, huelgas, tomas de tierra y actos contestatarios diversos y otro, con testimonios de quienes permanecemos involucrados con la urgencia de comunicación libertaria.


Liliana García Sánchez violinista, laudera y antropóloga sin empleo remunerado, trabaja en el proyecto matriz y luego de una laboriosa investigación, ha publicado cien ejemplares de Judith Reyes, una mujer de canto revolucionario con el apoyo de Editorial RedeZ “Tejiendo la Utopía ”. El libro es resultado de la solidaridad evidente en las viñetas de León Chávez Teixeiro y el diseño del responsable de Cineamano, Arturo López, del Colectivo Titiritero El Ojo, compañeros todos que asombran con la alta calidad estética de sus espectáculos, lo mismo la extravagante presentación de los dos discos de La Otra Canción Popular con un cartón impreso en serigrafía donde están insertados con todos los nombres de los participantes y la imagen del Tiranetas, un rockero con cabeza de pantalla de televisión.


El libro sobre Judith es bello de verse por su amorosa edición con tipografías y viñetas variadas y fotos que no sólo ilustran, sino informan de las andanzas de la cantora con personajes revolucionarios como Arturo Gámiz, Pablo Gómez, Álvaro Ruiz. El periódico Acción . Voz revolucionaria del pueblo , informaba de todo esto con la dirección de Judith Reyes. En la lista de colaboradores figuran, al lado de Arturo Gámiz, Carlos Montemayor Díaz y su hijo entonces preparatoriano Carlos Montemayor Aceves.


El libro da cuenta de la niñez en condiciones de pobreza campesina de la niña güera de rancho, confundida con niño por sus travesuras. El apócope Judas se refiere a esto y se lo ganó a pulso. El contacto con un pariente ferrocarrilero la interesó cuando ya cantaba para contribuir a la precaria economía familiar. El obligado viaje al Distrito Federal significó su primer infortunado matrimonio y su crecimiento artístico mercantil como La Tamaulipeca hecha famosa por su composición La Parranda Larga popularizada por Jorge Negrete.


Pronto se avecindó en chihuahua, escribió en El Monitor , fundó Acción y ya no cesó en vincularse con movimientos revolucionarios. Cárceles y golpizas policíacas no la intimidaron y se salvó de penas mayores al viajar a Europa para ser generosamente acogida por los comunistas italianos y españoles. Oscar Menéndez, narró en la presentación en el tiempo cedido por Alberto Híjar para que interviniera fuera de programa, cómo la albergaron él y Rodolfo Alcaraz en su departamento de París y cómo hicieron contacto con la radio francesa para producir la película sobre el 68 que en su edición final, cuenta con dos corridos de Judith. Chants du monde que difundía a artistas tan importantes como Atahualpa Yupanqui, Edith Piaff o Mikis Theodorakis, le grabó un disco de corridos con el subtítulo de la lucha revolucionaria en México, imágenes de José Clemente Orozco en la portada y traducción al francés.


Acentué en mi presentación la capacidad irónica y sarcástica de Judith concretada en verificaciones en cuarteta y con la música simple de los corridos, para arraigar en el gusto de pueblos en lucha. Contribuyó Judith a formarlos, gracias a su involucramiento total con todos los peligros aminorados y resueltos por activistas, militantes y comunicadores del rango de Mario Menéndez Rodríguez y las revistas POR QUE? y POR ESTO! que fueron tribunas eventuales de Judith. Iudith como dice Montemayor que dicen los de Chihuahua.


No sólo fue sorpresiva la intervención de Oscar Menéndez en la presentación, sino la de Salvador Gaitán, sobreviviente del asalto de Madera, hermano de uno de los caídos y tío de Oscar González Escobell que continuó la lucha. Ya en la cantada, el obrero sin empleo, sobreviviente de la represión de Estado como trabajador del sindicato de Trailmobil en los ochenta, Casio, dijo dos poemas de Bertolt Brecht, luego de las tres canciones de El Mastuerzo terminadas con la bella interpretación de la canción de Chávez Teixeiro sobre la enorme lámina de 15 metros , 6 pulgadas , 8 octavos 16, 1 milímetro espesor, que corta cuatro dedos a su operador distraído por pensar en María Luisa.


León Chávez Teixeiro, apunto de regresar a Inglaterra donde vive, culminó el acto donde le pidieron una tras otra sus canciones sorprendentemente memorizadas por viejos y jóvenes urgidos de reflexionar sobre las vidas cotidianas de los trabajadores, las mujeres explotadas, la pobreza mal resuelta, la esperanza revolucionaria. Como fondo de todo esto una gran pantalla asombró con los trazos en blanco y negro del Cineamano. Liliana García Sánchez vio agotarse su primera y reducida edición, lo cual exige la segunda y con tacos y pulque, todos gozamos una convivencia donde nos encontramos satisfechos, por un momento, quienes procuramos mantener la lucha organizada por un mudo mejor, todo en la víspera del 22 de marzo cuando Judith hubiera cumplido ochenta y cuatro años. Hoy su canción Los restos de Don Porfirio es enteramente actual porque aquí están los tiranos en el poder.

Judith Reyes: necesidada historica y social



Alberto Híjar.
Gracias a la convocatoria de la joven y bella investigadora Liliana García Sánchez, nos reunimos compañeros de Judith Reyes con jóvenes interesados en su obra, en la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de Septiembre en actividad cultural organizada por Javier, el legendario Tonino fundador de CLETA y la activa compañera que está en todo desde el acomodo de sillas, hasta el agüita de jamaica y la repartición de los programas. Judith hubiera cumplido 83 años el 22 de marzo sino hubiera partido el 27 de diciembre de 1988.
Su hija Magaly Alarcón Reyes presentó un disco doble con el canto de Judith. Por mi parte, recordé la última vez que nos encontramos en la calle de Madero con la marcha de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata dirigida por Efrén Capiz, para conmemorar el asesinato de Zapata. El 10 de abril de 1988 llegó la marcha luego de recorrer medio Michoacán desde Nueva Italia, acompañando toma de tierras dejando como señal un fragmento del Plan de Ayala. Judith animó con sus corridos y marchas todos y cada uno de estos actos.
Desencajada, me confesó que no aguantaba más el terrible dolor de muelas que le había impedido comer en el camino. Llegamos al Zócalo y se desmayó. Unos compañeros la subieron a un auto y la llevaron a su casa en el Campamento 2 de octubre de Iztacalco, donde ganó su vivienda por su participación en la ocupación territorial triunfante.
Un deber asumido como necesidad histórica y social movió la vida combativa de Judith. Pudo ser como La Tamaulipeca ataviada con lujosa cueruda, la prolongación del éxito de Jorge Negrete con La Parranda Larga de su autoría. Pero cambió el canto de la parranda por la necesidad de dar a entender las novedades revolucionarias a partir del Asalto al Cuartel Madera del 23 de septiembre de 1965. Chihuahua era el lugar donde un grupo de maestros, campesinos y un médico, decidieron oponer a la brutalidad del gobierno y los saqueadores de los bosques y las minas, el derecho supremo a la autodefensa armada.


Judith se incorporó a los movimientos populares en lucha por sus derechos y alternó el periodismo con el canto urgente, como llamaron los chilenos a las composiciones destinadas a la agitación inmediata que sin embargo, han sobrevivido al momento de su creación. Periódicos locales y la revista POR QUE? recibieron las noticias escritas por Judith para romper el silencio de la prensa y los medios mercantiles. También las radios locales fueron infiltrados por la simpática cantora ataviada con huipiles coloridos y con el pelo recogido con listones.


La práctica de Judith eligió dos formas musicales de gran arraigo tradicional: el corrido y la marcha. Sus letras directas y al grano incorporan el sarcasmo y la información histórica para informar de las luchas populares. Una colección de los discos de Judith exhibida en el acto en la UVYD, da cuenta de sus afanes no sólo nacionales sino internacionalistas. Una pareja de cantores rifó el disco dedicado a mano sobre Iztacalco con un subtítulo elocuente: la revolución pobrista en América.


En sentido contrario al desprecio de los intelectuales alejados del pueblo, Judith reivindicó siempre el accionar del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas, por su poder de fuego incomparable con otros grupos mexicanos y por su arraigo en una extensa región de Guerrero y Michoacán. Enrique Ballesté, el teatrero popular que no vive del recuerdo de El Fantoche y su Poder de cuando la fundación de CELTA, sino sigue en pie de lucha, recordó un viaje por tierra con Judith que llevaba cancioneros y propaganda guerrillera a su paso de Guatemala a el Salvador.


Fueron detenidos y gracias a que Ballesté entregó el paquete subversivo a una novia conquistada en el autobús, lograron salir vivos de la peligrosa captura. Francisco Barrios, el legendario Mastuerzo, narró sus primeros cantos en el 68 que incorporaron a Los Nakos y sus parodias de éxitos del hit parade, las letras de Judith con música inventada por él. Reconoce a Judith como la madre de todos los cantores del pueblo en lucha y luego de una festiva discusión con Tonino, aseguró que el papá para unos es José de Molina y para otros como él, es León Chávez Teixeiro, el finísimo poeta deliberadamente hostil al panfleto.


Atinó Javier “El Piojo”, veterano de Tierra y Libertad, al cantar Los Restos de Don Porfirio, singularmente vigente porque, en efecto, aquí están, aquí viven. La marcha con su letra elemental que tiene como estribillo: “un gobierno de los ricos no, un gobierno de los pobres si”, recordó la aportación de Judith a las consignas de marchas, movilizaciones y tomas de tierras. Alejandro Tepito y su compañera también cantaron y donaron el disco dedicado por Judith para reunir fondos para la libertad de los presos de Atenco. Entre el público, el guitarrista non y poeta de altos vuelos Macondo, me dio su disco, me dijo en voz baja un poema sobre lo que fuimos y lo que somos, la insufrible nostalgia, lo que nos sigue moviendo, el triunfo en la marginalidad política. Por ahí también Catana, el rockero necesario desde hace décadas. La sesión fue larga, cantaron a Judith quienes la tienen presente como ejemplo, tal como testimoniaron los veteranos en activo.
Ojala pronto leamos el libro de Liliana para contribuir a eso que Judith llama La otra cara de la Patria en un texto fundamental para entender que la historia no la hacen los hombres egregios, no los caudillos de relumbrón, sino los pueblos organizados para la lucha por sus derechos plenos. 18 discos grabó Judith, entre ellos los que llevan el sello editorial de Le Chant du Monde, I Dischi del Sole y Days of Struggle.


Esta buena recepción de su música es parte de su capacidad de denuncia combativa y sus giras por América y en su exilio por Europa. Alguna vez me enseñó un cartel francés con su nombre y el de un joven sudafricano que apenas despuntaba con su nombre de Nelson Mandela. El libro aún inédito de Liliana acompaña al proyecto abierto de Francisco Barrios ya grabado de la Otra Canción Popular, la que no recibe discos de oro y platino, ni es tocada en los éxitos radiofónicos, pero cumple un trabajo de construcción de la soberanía popular que exige tenerla presente en estos tiempos donde todas las formas de lucha son necesarias contra la infamia capitalista.

viernes, 11 de diciembre de 2009

JORNADA: Mujeres en la Alborada


Los invitamos a asistir a la exposición Mujeres en la alborada una mirada a la participación de las mujeres en los procesos de liberaciónque se llevará a cabo en la Galería Autónoma CU del 30 de noviembre al 11 de diciembre.

En el marco de la exposición:

Viernes 4 de diciembre

5 pm. Presentación del libro de Yolanda Colom: Mujeres en la alborada.
Comentan: Maritere Espinosa y Galería Autónoma CU

6 pm. Música popular latinoamericana
Presentación del Coro Carlos Puebla y losTalleres de la alborada.

Esperamos su presencia.
Galería Autónoma CU. Auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras.
Pasillo a la Biblioteca Central, UNAM, Ciudad Universitaria

sábado, 25 de abril de 2009

Mujeres en la Alborada. De la Tercera Reimpresion



De la contraportada:




“Tal vez el mérito principal de esta obra sea contener las vicisitudes de una guerrilla centroamericana por las selvas lluviosas, recreadas por la palabra genitora de una mujer. Por eso el rigor, la veracidad y la ternura de Mujeres en la Alborada. Nacida de una familia de profesionales de la clase media de la ciudad de Guatemala; educada en un colegio de religiosas norteamericanas en su país y militante revolucionaria por veinte años, Yolanda Colom rinde en estas páginas testimonio de la participación de la mujer en la lucha guerrillera y narra los años que siguieron al ciclo fundacional del Ejército Guerrillero de los Pobres EGP en el norte del Quiché.”


Disidente de su organizacion matriz desde 1984, la autora declara: "nos fuimos a la montaña para contribuir a que lapoblación paupérrima rompiera su inmovilidad politica y su fatalismo;para que luchara por su dignidad y felicidad otra vez. Amamos y dimos todo de nosotros sin limites ni condiciones frente a un sistema que cerraba a sangre y fuego las vías legales y pacíficas".


Contenido:




Mariposas del ensueño. Despertar en la zona reina. En silencio y secreto. Mujer nueva como gallina nueva. Pruebas de fuego para el corazón. Una mañana de octubre. En los montes de Juil. Mujeres de obsidiana. Lenguas, sangres, orígenes. La ofensiva de la sierra. Bajo el cerco enemigo. Adiós a Los Cuchumatanes. La furia amorosa de la selva. En la casa del jaguar. Más allá de los caminos. Las niñas de la bandera. El huracán interior. Danza del venado. La fuerza de los sueños. El árbol de la vida. Otra mañana de octubre.




Colom, Yolanda. Mujeres en la alborada. Guatemala: Artemis y Edinter, 1998. 328 pág.

A la memoria de los revolucionarios caídos


En 1996 Yolanda Colom realizo la narración para exponer un hecho insólito por lo inexplicable de su proceder. La tumba de Mario Payeras fue violada entre el 15 y 17 de octubre de ese mismo año en Chiapas y sus cenizas desaparecidas igual que la urna con los restos de Marco Antonio Yon Sosa, desparramados en el suelo por los violadores.
Colom narra todo esto en el folleto editado por Praxis cuyo director Carlos López contribuyera al homenaje realizado a Payeras, en la Sala Adamo Boari del Palacio de Belllas Artes de la ciudad de México (2005) en la precisión del valor literario y poético de la obra de Payeras.
El mausoleo violado protegía los restos de Yon Sosa, Fidel Raxcacoj Xitumul, mejor conocido como Socorro Sical, asesinado con el comandante de las FAR por el ejército mexicano en Chiapas. En otro de los puntos cardinales mayas que son cinco por el centro, está Enrique Cahueque Juárez. Ahí están, en Tuxtla Gutiérrez, los restos del periodista chiapaneco muerto en 1993, Gervasio Grajales quien pagó cajas, velación y lápidas donde se lee “murió por un ideal”, en las tumbas que durante años pagó en el cementerio donde aún está el mausoleo de los tres caídos en 1970 en territorio mexicano y de Mario Payeras Solares muerto en 1995.

lunes, 6 de abril de 2009

La reivindicacion de la memoria


Maria Teresa Espinosa

"Ser humano significa arrojar alegremente
toda nuestra vida en las escalas del destino
cuando es necesario pero, al mismo tiempo,
regocijarse de cada día soleado, de cada bella nube".
Rosa Luxemburgo, 1916

Ediciones El Pensativo en su colección Nuestra Palabra edita en 2007, el testimonio de Yolanda Colom, participante directa del acontecer Guatemalteco. El material en este texto es un ejercicio de la memoria para pensar el presente, al mismo tiempo los capítulos que se recogen constituyen un punto de referencia para reflexionar sobre una zona geográfica, un punto de referencia político y social en particular, pero que atañe en problemáticas a otras latitudes y otras sociedades que comparten desigualdad y marginación, de allí el valor humano, social y político de dar a conocer la experiencia de lucha y organización como ciudadana y revolucionaria guatemalteca.

La producción teórica, filosófica y política de las mujeres en Latinoamérica es marginal si revisamos los títulos sobre literatura que genera el mercado editorial, que confunde la relevancia histórica de los escritores con la envergadura de sus ediciones de altas ventas. De modo que lo escrito por las protagonistas de batallas que recuerdan y recuperan las guerras que asolan a sus pueblos, que luchan con armas y sin ellas para ser escuchadas, para ser respetadas como permanente búsqueda de historiar la experiencia de una generación, una nación y su quehacer personal vinculada a dicha experiencia, es una asignatura pendiente.

Durante los años 70´s y 80´s caían las balas sobre Centroamérica, pero la guerra que se libraba en su territorio estaba cambiando de signo. Los gobiernos en su gran mayoría surgidos de los cuarteles después de olpes militares, se convertían en dictaduras, presaiaban tiempos muy duros, la miseria reinaba por doquier mientras las políticos locales legislaban y regulaban la economía siguiendo el modelo neoliberal.

En estas décadas Yolanda Colom vivió en dos territorios: México y Guatemala. Fronteras geográficas que no respetaban ni la flora ni la fauna de las grandes montañas, llevaba a cabo una intensa actividad entre las organizaciones político-militares de su país a fin de alcanzar un cambio significativo a la situación política imperante en los gobiernos posteriores a Arbenz y apoyados sustancialmente por las políticas de intervención directa o simulada del gobierno gringo. Colom tenía entonces años que había abandonado Guatemala, con sus compañeros de organización, viajando a México, que sería el territorio de trabajo y nostalgia hasta la fecha en la que retorna a su patria.

Yolanda Colom quien fuera educada por su familia siguiendo la tradicional enseñanza guatemalteca que tenía en los colegios de religiosas el modelo de mayor excelencia. No obstante, se rodea de libros y lecturas de las nuevas tendencias educativas innovadoras y criticas de la realidad guatemalteca. El amor a la educación, el respeto de su identidad y la admiración de grandes ideales, han sido constantes en la vida y obra de Yolanda Colom. Sin embargo, fue con el endurecimiento de las políticas implementadas en su país desde 1954 que a la joven Colom suscitó el interés por la vida política. Entonces se dio cuenta de la necesidad de actuar contra unas ideas y un partido que desafiaba la libertad y ponía en peligro el mundo en que vivía.

Colom, que veía cómo sus amigos y familiares empezaban a ser acosados, detenidos o privados de derechos, quiso dejar de ser políticamente activa ante aquel gobierno, realizando tareas educativas el Ejercito Guerrillero de los Pobres EGP. A partir de entonces intensifico su interés por las cuestiones políticas hasta hacer de la defensa del ámbito publico y la acción política uno de los núcleos mas importantes de su praxis política. Aunque, la idea que Colom tenía de la política no coincidía con la habitual política de los partidos, piensa más bien en los ámbitos públicos, en el cual los individuos intercambian la palabra para actuar concertadamente en un mundo común. Su idea política era inspirada en aquellos momentos de la historia guatemalteca en la que la gente se reúne en consejos o asambleas y actúa revolucionariamente. Yolanda Colom tomo este ejemplo y lo llevo a los años de militancia en que participo primero en el EGP y posteriormente en Octubre Revolucionario OR.

Los capítulos que conforman Mujeres en la alborada. Guerrilla y participación femenina en Guatemala 1973-1978 son el resultado de veinte años de militancia, memoria indisoluble del registro histórico de los hechos de los pueblos con el recuerdo y recuperación de su propia vida en esos años. Colom aborda distintas cuestiones, sin embargo, entre sus líneas nos conduce a destacar el abandono de la familia, sus pertenencias y país a causa de la guerra, otra temática es la convivencia social y política de los militantes en selvas y montañas, y a la par enmarca su trabajo reflexivo y político. Estos ejes del texto pretender plantear cuestiones que continuan siendo inciertas y discutibles en la actualidad, necesitados de reflexión y critica, y desde el pasado, se las ha querido traer al presente para suscitar el pensamiento, pues son temas de nuestro tiempo que nos interpelan.

La intención de Yolanda Colom de elegir narrar su experiencia, es sin lugar a dudas divulgar la tensa reflexión en torno al significado político y vital que la condición de los oprimidos comporta para las personas que se han visto inmersas en la desigualdad social y política. Ni que decir tiene que el tema es de actualidad en una época en la que millones de personas en el mundo, forman parte de esta condición.

En su texto Colom plantea diversos temas: el tiempo en la selva, la organización fraterna, el coraje de la responsabilidad, la enseñanza cotidiana, el tiempo y el estudio, pero también la confrontación y diversidad de posturas frente a una realidad particular, cuando se convive y conforman nuevas relaciones sociales. Colom trata estos asuntos con firmeza, sin eludir su complejidad, como es costumbre en ella.

Quizás la clave del texto esté en la definición del plantear desde la vivencia directa, que la autora aborda en todo el escrito. Plantea la acción humana a nivel personal y colectivo, como el espacio donde no cabe negar los hechos que son incontestables, están ahí y la única actitud digna y merecedora de respeto es reconocerlos como tales, lo contrario no es inocencia sino vergüenza. Colom hace una bella descripción de los lugares que va recorriendo en la selva, pero al mismo tiempo describe al ser humano que se integra a los destacamentos organizativos, motivaciones, emociones y sensaciones que definen un perfil y un accionar humano afectado por la perdida del mundo propio, el de los antepasados, la tierra que nos ha visto nacer, etc. Ser militante significaba haber perdido el mundo cotidiano en que una persona encuentra la vida feliz de todos los días, la familiaridad de las cosas, la profesión, el sentirse útil para algo o para alguien, la seguridad que otorga un paisaje conocido, las reacciones naturales de la gente que nos rodea, la expresión de los sentimientos.

El texto de Yolanda Colom es un escrito contra el olvido, una reivindicación de la memoria. En tiempos donde comprender y reconciliarse con la abrumadora carga del pasado su escrito trae a la memoria colectiva hechos trágicos del pasado reciente en Guatemala. Para no olvidar los campos de desplazados, con sus miles de guatemaltecos refugiados en el sureste mexicano, a quienes se les pidió que olvidaran, nadie quería oír hablar de lo ocurrido por la guerra civil, atenta contra el buen gusto, resulta afrentoso para el presente traer a la memoria colectiva hechos trágicos del pasado. Y así, en lugar de comprender y de reconciliarse con la abrumadora carga del pasado, era preferible negar, olvidar, ser ilusoriamente optimistas con el futuro por venir.

Mujeres en la alborada, trasciende cualquier preocupación de una sola década, sea de dimensión histórico-social de un pueblo, para revelarnos una pasión por el compromiso social, político, filosófico, así como una pasión por el ser humano que sabe transformar y transformarse – aun donde hoy se ven obligados a actuar bajo el flagelo de la contrarrevolución-el hecho de narrar una experiencia concreta propone recuperar nuevas formas de rebeldía.

Lo que Yolanda Colon como activista, como internacionalista y como teórica testimonia en las trescientas veintisiete páginas que conforman el libro es un nuevo continente del pensamiento latinoamericano.
Nota: las imágenes fueron tomadas en el Museo de la ciudad de México noviembre 2008, por Cecilia Candelaria, la portada del libro es del artista guatemalteco Arnoldo Ramirez Amaya.